Una mala alimentación puede repercutir en el rendimiento escolar de los niños, por lo que su capacidad de aprender se puede ver comprometida al no tener la suficiente energía para sus actividades. El cerebro no trabaja a su capacidad óptima si no es alimentado. Si el alumno no recibe los nutrientes necesarios podría presentar sueño, cansancio y disminuir su participación e interés para hacer las tareas.
El almuerzo se recomienda tres horas después del desayuno y consiste en el 10 por ciento de los alimentos del día, por lo que debe ser ligero para prevenir sobrepeso u obesidad y componerse de agua natural o de fruta sin añadirle azúcar, una fruta (manzana, pera o sandía) o hortaliza picada como zanahoria o pepino.
El almuerzo en la hora del recreo no sustituye al desayuno, el cual debe ser en la casa y no durante el trayecto a la escuela, con tiempo, sentado y en un ambiente tranquilo.
Este esquema alimenticio es para niños de primaria, de los 6 a los 12 años, porque los preescolares, generalmente toman sus alimentos en las guarderías; mientras que los adolescentes requieren cantidades y horarios diferentes.
Si el niño no obtiene alimentos saludables en casa ni se le manda a la escuela, se promueve que consuma alimentos conocidos como “basura”, de bajo contenido nutricional. Con ello, los padres contribuyen a que aprenda malos hábitos nutricionales.
La mala alimentación implica un alto riesgo para que se padezcan diferentes enfermedades como sobrepeso, diabetes, hipertensión arterial, problemas cardiovasculares, y hasta algunos tipos de cáncer.